JOSÉ CARLOS FERNÁNDEZ MORENO en su libro Libro de estampas isleñas, publicado por la editorial ISPREN en 1989, recoge un bonito pasaje relativo al CD San Fernando. Lo titula de la siguiente manera: AQUELLOS GLORIOSOS DOMINGOS DEL CLUB DEPORTIVO SAN FERNANDO... Y dice asÍ:
"Como un relámpago fugaz pasa el recuerdo sonriente, fino y de agradecer en su oportuna convocatoria. Los que éramos niños teníamos los ojos como prestados, como regalados por el acontecimiento. En la Esquina, grupos diseminados y enardecidos ante el pasar glorioso de los jugadores del San Fernando a la iglesia donde aguardaba la Patrona carmelitana para la rotunda y colectiva acción de gracias. En esa misma Esquina había aún rumores de cuando la despedida al Cádiz -traca de insultos y pedradas-, en el fausto goleador sanfernandino, clamor victorioso, primores deportivos, podium nacional del ascenso a Segunda División. De Casa Gabino, de El Gordo, de Casa Paco –después Casa Lucio-, de Casa Maera, todo el mundo dejaba la media limeta, las cartas, las polémicas, el Diario en la barbería de Jezule...
¿Qué pasa, señores? pregunta algún cliente ajeno al insólito, pero esperado suceso.
Hombre, ¿no se ha enterado usted? ¡El San Fernando, en Segunda ya! ¡El equipo máximo goleador en la Liga! ¿Le parece a usted poco todavía?
Y luego, el partido de a comienzos de temporada, a lluvias de alegría y esperanzas cayendo los carnés sobre la tierra abonada del corazón aficionado, con gentes entusiastas subiendo la Esquina, calle Real, Rosario, Colón -La Diana, entonces frontera de las emocionante invitación, ya se oía el Altavoz Deportivo del Campo Marqués de Varela, de reciente titulación-. Pero el escarceo de la víspera era lo bueno, y la mañana, el mediodía y la hora de emprender el camino para el Campo, verdadera, entusiasta, inenarrable fiesta interior del aficionado desde la Esquina del Gordo hasta Los Dardanelos, desde la calle General Serrano -venta de entradas- hasta el Club Recreativo...
Acabado el partido, la multitud que abandona el Campo, en parte desciende como un río por la calle Colón, dobla Rosario y, ya en la Plaza de la Iglesia, se bifurca. Uno de esos regueros de gente viene a recalar en Las Camelias para ver los resultados finales de Primera y Segunda, y la Quiniela, que es entonces una ilusión que ayuda a vivir a muchos...La calle Real, con sus bares y las colas del cine, empieza a palpitar de vida, una vida que se viste, con emoción provinciana, de sagrado y respirable domingo. "
martes, 5 de agosto de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
que recuerdos mas bonitos y que añoranza eran tiempos felices a pesar de la epoca,
ResponderEliminarayyy quien pudiera haber vivido eso años gloriosos ,que se respiraba el azulinismo por toda la isla .
ResponderEliminar