𝙎𝘼𝙉 𝙁𝙀𝙍𝙉𝘼𝙉𝘿𝙊 𝟭- 𝘾Ó𝙍𝘿𝙊𝘽𝘼 𝟯
Decimos adiós al 2022 y adiós a Salva. Decimos hola al 2023
y hola a Pablo Alfaro, doctor que viene a sanar las profundas heridas del
equipo. La afición acudió con el formateo de los últimos partidos del 2022 y con ganas renovadas de ver a su Club
Deportivo.
Han pasado muchas cosas desde entonces. Polvorones, arbolitos, luces, Nochebuena,
villancicos, almuerzos, copitas, Navidad, Papá Noel, regalos, más copitas,
cenas, Nochevieja, Año Nuevo, uvas, champán, brindis, otra copita, resaca,
Reyes Magos, Cabalgatas, Louis, Gaspar, más regalos, ilusión…., mucha ilusión
renovada.
Y de repente te das cuenta de que llega el Córdoba CF, el
líder, apoyado por una numerosa afición blanquiverde. No veíamos oficialmente
al conjunto califal desde enero de 1995, de cuando jugaban arriba Crespín,
Valero y Rajado.
Ambos equipos con bajas importantes. Por el lado azulino,
sin Manu Farrando que debía cumplir sanción federativa; además de las bajas navideñas
de Goyo Medina, Raúl Caballero, Antonio Marín y Javi Navarro, con la buena
pareja que hacían en el centro de la defensa sevillista. ¡Ah, disculpe, no es
el mismo jugador!
El Córdoba llegó sin Gudelj y sin Flores. En el once inicial
cordobesista un equipazo con un futbolista de triste recuerdo por su nula
profesionalidad (al menos con nosotros). CaldeRón, la vida no es sueño. De Málaga llegaba el colegiado con nombre de
patriarca, Abraham Domínguez.
Domingo de rebajas, cuatro de la tarde, Bahía Sur. ¿A ver
quién encuentra aparcamiento? Más difícil que un gol del San Fernando. Tiempo
que no se decidía: lluvia fina, nubes, sol y ¡ ojo con llevarte un paraguas de
punta! ¡Qué nos gusta sacarle punta a todo! (😊)
Primer atisbo de cambio en Alfaro. La ubicación del
banquillo. Ya está bien que los rivales le coman la oreja al asistente.
Comenzamos con spoiler. Derrota 1-3, pero esta derrota no duele
como otras. Se han visto sensaciones de mejora absoluta. Mucha más intensidad
en cada movimiento, más verticalidad, dinamismo y menos pases estúpidos atrás.
Sobre todo, se ha hablado en el césped y no en una fría sala de prensa. Podemos ser resultadistas y decir que hemos
perdido, sí, es cierto, pero jugando así, pero con más gol, seguramente
llegarán en breve más alegrías y éxitos. Sin gol, no hay paraíso. El Córdoba te
mata con tres ocasiones y media. El San Fernando te perdona seis o siete. La
diferencia, aparte de presupuesto, está en la contundencia.
Ejemplo de la activación la tenemos en la jugada de
funambulismo de Gabri Martínez a los tres minutos, cuando aún estábamos
limpiando los asientos con un kleenex. Tremenda jugada personal que finiquita Biabiany.
Su primer gol en la temporada. La grada mostraba más alegría que los niños y
niñas viendo los Reyes Magos por las calles de La Isla. La alegría fue efímera.
La sonrisa se nos borró en un plis-plas con el gol de Diarra.
Aun así, los isleños reaccionaban bien y sumaban ocasiones. Irradiaban
buenas sensaciones. Apuntadas quedan las de RdC de vaselina, de Gabri Martínez
en un par de chuts,… El Córdoba solo un precioso remate lejano de Willy, pero
se encontró con el vuelo de “Peralas”.
A la media hora Luis Ruiz off de nuevo. Para palo duro, el
gol psicológico de Carracedo (enorme futbolista). Injusto, pero la diosa
Justicia no asiste a los partidos de fútbol. Al descanso, con la cara partía que cantaba Alejandro
Sanz (1-2).
En el segundo capítulo al grito de “a por ellos” que debió resonar
en vestuario, el San Fernando iba por el partido. Presión tras pérdida,
agresividad bien entendida, pero sin gol. Para muestra el botón del gol que falló Biabiany
en el área pequeña. ¡Cómo es posible! La jugada previa fue un lujazo.
Llegó el momento de cambios y recambios, la grada dividida
coreando el nombre de “Calderón”, ocasiones marradas, sin suerte, el 1-3, la
expulsión de Casas y depresión final.
Los Reyes nos dejan carbón y mira que teníamos este año un
buen enchufe. Estoy absolutamente convencido de que con partidos así, vamos por
el buen camino. El equipo está aún convaleciente, pero el médico lo tenemos en
casa. Hoy tristes, porque perder duele,
pero hay derrotas que tienen más dignidad que una victoria. Se ha trabajado muy
bien y con eso (al menos yo) me quedo.
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